lunes, agosto 29, 2005

Editorial iniciática


Escúchame, es difícil de explicar la locura que tengo, y más sí tu no estas loco.
Qué seria de la luna sin el eclipse que la ilumina. La oscuridad es su naturaleza. La luna es el satélite natural de la tierra. Los habitantes de la tierra naturalmente se rigen por una luna, que por momentos se llena. Los hombres que viven en la tierra quisieran sentirse llenos como la luna. Vacíos por el planeta iluminado vagan en busca de una plenitud que no pueden alcanzar. Plenitud, envase gigante imaginario con que cargan los hombres que sólo llenan de felicidad. Felicidad, contenido específico que llena el envase de plenitud en contados casos, este se nutre con tiempo, dinero, trabajo, amor, odio y otras construcciones humanas. Los placeres naturales del disfrute de lo imperceptible no cuentan. La muerte atenta con el proceso de llenado del gran envase.
Yo he estado loco durante estos malditos años, siempre he estado loco. Sé que he estado loco como la mayoría de nosotros…
El lunático rebosa de humo, mientras las leyes que rigen la tierra dictan que "hay que mantener a los lunáticos en vereda"
Y si la presa se rompe con muchos años de antelación; y si se sitia en la colina; y si tu cabeza explota también con oscuros presagios; nos vemos en el lado oscuro de la luna.
Todo lo que tocas, todo lo que ves, todo lo que odias, todo lo que amas, todo lo que compras, todo lo que destruyes, todo lo que haces, todo lo que dices, todo lo que lees mientras el Sol existe y a su vez eclipsa a la luna.
No hay lado oscuro de la luna realmente
Realmente todo es oscuro
Olavarría, ciudad que carece de edificios y árboles. Desde el punto donde se quiera, siempre y cuando este visible, la luna puede observarse. Olavarría, ubicada en el centro de la provincia donde todo puede ocurrir: represores de privilegio, redondos afuera (la figura no es un triángulo, ni un circulo, ni un rectángulo… Cuál?!) Plagada hasta el hastío de control, constructora de ilusiones. En el seno de la misma, un grupo de lunáticos eclipsados por el satélite natural deciden partir en un viaje sin retorno en busca de la visión desde otro punto: el lado oscuro de la luna. Desposeídos de cargas represoras comparten los resultados obtenidos con el resto de la ciudad en busca de la oscuridad perdida: la calma, el aire, el goce, los momentos como momentos, todo se disfruta y se aprecia. Las obras conseguidas por el hombre se resignifican y desde estas páginas se da pié a la muerte con fines de reencarnación, como dice waters: "si puedes oír este susurro es que te estas muriendo", mucho tiempo hubo que esperar. La concurrencia esta abierta. Hay lugar para todos los lunáticos que existan "nosotros y ellos, después de todo somos hombres corrientes".
En un principio me costó aceptar el papel que me asignaron los lunáticos, nunca me hubiese imaginado como portavoz de un grupo de gente que intenta difundir sus ideas a partir de impresiones que se plasman en palabras acerca del mundo que decidieron abandonar hace veintisiete años atrás en el tercer aniversario de la edición del disco de Pink Floyd, El lado oscuro de la luna, un veinticuatro de marzo de 1976. Suerte, casualidad, destino, digamos que suerte. La suerte que guío sin saberlo a un grupo de jóvenes que buscaban un cambio, hartos de la vida terrestre, siguieron los pasos descriptos en la obra conceptual que tres años antes les había comenzado a cambiar las percepciones cotidianas.
Los lideres del mundo de nada sirven. El único modo de encontrar el camino correcto es buscando en el propio cuerpo de ideas que fluyen en la cabeza de cada uno. La oscuridad de cada mente, así como la luna puede iluminarse de modo tal que de lugar para que habiten allí un montón de ideas que disidentes del mundo que nos rodea conforman una cofradía. La luna oscura por naturaleza, gracias al sol y a un cruce que ya cae en rutina ilumina su parte más oscura permitiendo así ver lo que no se ve habitualmente, y liberarse así de las cargas con que nos transportamos por el desierto de la ciudad asfáltica.
El viaje iniciático que intenta guiar esta revista no tiene otro fin más que el de la experimentación que sume para la causa de la libertad, y la autogobernacion a partir de experiencias ya sea literarias, gráficas, o las que surjan a lo largo de las tiradas. Mucho más no hay para agregar, de ahora en adelante el mensaje inscripto de manera críptica será sutilmente captado por los que lo deseen, los que se abstengan en un principio podrán hacerlo más adelante, no importa cuando comience el cambio, sino que comience.